Se ponen las fabas a remojo la noche anterior.

La gallina, después de bien limpia, se corta en trozos pequeños, se adoba con sal y ajo y se deja reposar. Se fríen en aceite bien caliente y se van colocando en una cacerola, en el mismo aceite se fríe la cebolla picada muy menuda, el pimiento y el tomate, se añade ajo y perejil machacados y un poco de vino blanco. Se vierte sobre la gallina y se termina de hacer con todo el salsamento.

Cuando esté guisado y listo se separa del fuego y se reserva.

Por separado, se ponen las fabas en una cazuela cubiertas de agua, se les añade un chorro de aceite, una cebolla que luego se saca, una rama de perejil y un poco de pimentón, si gusta.

Se acerca al fuego y, cuando rompe el hervor, se dejan cocer lentamente un poco destapadas y bien cubiertas de agua para que no suelten la piel.

A media cocción se agrega el azafrán y, cuando casi estén cocidas, se les añade la gallina y se cuece todo junto media hora más aproximadamente. Se rectifica de sal y se deja reposar.